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TECNOLOGÍAS DE IMPRESION

El de la reproducción de imágenes es un mundo que no deja de evolucionar. Hoy en día es posible obtener copias de muy buena calidad mediante una variedad de tecnologías en las que renace el mejor de los sistemas clásicos, desde la tipografía tradicional hasta las técnicas digitales, pasando por la impresión fotográfica y los recursos de las artes gráficas.

Las cosas han cambiado mucho desde los primeros métodos de reproducción de imágenes en la antigua China, y el empuje de Gutemberg con su sistema de tipos móviles.

Las técnicas de impresión tradicionales pueden resumirse en sólo cinco sistemas: tipografía, huecograbado, serigrafía, flexografía y litografía. En su tecnología hay ya una buena variedad, desde la formación de un molde en relieve positivo (tipografía) o negativo (huecograbado), pasando por el enmascaramiento (serigrafía) o el ataque con ácidos (huecograbado) hasta el uso de procesos fotoquímicos (flexografía) y la repulsión de fluídos (litografía).

Lo que tienen en común es la aplicación de la tinta sobre el papel u otros soportes por procedimientos mecánicos, y en general por presión.

Por su parte, las técnicas fotográficas se han asentado en un nuevo camino: el de las reacciones químicas y la sensibilidad a la luz.

Con la llegada de la electrónica y la tecnología digital, ambos mundos se ven hoy sacudidos por rápidas transformaciones, y abocados además al mestizaje.

Impresión digital doméstica
En una primera fase, la electrónica de consumo impulsó la impresión doméstica. Las primeras impresoras matriciales y de agujas anunciaron la inminente extinción de las máquinas de escribir, pero sus sistemas de percusión mecánica pronto fueron barridos por otros mucho más flexibles para servir a la imagen digital.

Fueron éstos el chorro de tinta, la cera térmica, la sublimación y la impresión láser o xerografía, que introduce en la impresión doméstica los métodos ya desarrollados en las fotocopiadoras. Podemos decir que estas tecnologías han reinado en el período clásico de la imagen digital.

La impresión por chorro de tinta ha sido y aún es la más popular. También ha evolucionado ya de manera importante, dando lugar a diferentes sistemas.

En los años 60 la inyección de tinta líquida era continua. Se trataba de descomponer el chorro en gotas, algunas de las cuales eran desviadas por atracción electrostática y así no llegaban al papel, sinó a un circuito de recuperación.

Los sistemas de goteo discreto o bajo demanda consiguen que el inyector expulse solamente las gotas útiles. Los dos métodos principales son el piezoeléctrico y el térmico.

En el primero, aplicando impulsos eléctricos a un elemento cerámico, se logra que éste transmita al canal de tinta en la boquilla una onda de presión, como si lo apretase. Esta tecnología apareció a finales de los 70 y es propia de la marca Epson.

En los 80 Canon aporta la tecnología Bubble jet (inyección por burbuja), primer sistema térmico para inyección de tinta, similar a otros posteriores de HP. Consiste en calentar una placa metálica en contacto con la tinta, que produce en ésta la formación de una burbuja que impulsa parte del fluído al exterior.

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A priori, el sistema piezoeléctrico tiene dos importantes ventajas: regulando la duración y amplitud de la onda de presión se consiguen gotas de tamaño variable, y no hay que someter a la tinta a altas temperaturas. Por su parte, el sistema térmico es mucho menos costoso, con lo que frecuentemente las boquillas inyectoras se renuevan con el cartucho, eludiendo el problema de los atascos.

Las impresoras de Cera térmica utilizan cuatro películas -amarilla, magenta, cián y negra- impregnadas de cera pigmentada. Se superponen una tras otra al papel, pasando ambos bajo unos calentadores que derriten la cera, haciendo que manche el papel. Produce puntos opacos que se combinan según las técnicas de tramado, igual que la tinta líquida.

La sublimación de tinta es un proceso similar, pero a más altas temperaturas. El colorante se vaporiza y se condensa sobre el papel, sin pasar por estado líquido. La cantidad de colorante se regula con la temperatura de los calefactores, por lo que se consiguen distintas densidades, y una impresión prácticamente contínua.

Las impresoras de sublimación consiguen realmente millones de tonos diferentes en cada punto del papel, por lo que no recurren al tramado. Por esta razón es adecuado que la resolución de imagen coincida con la resolución de la impresora, que a su vez depende del espaciado entre las agujas calefactoras.

Estas impresoras no suelen utilizar colorante negro, ya que la capacidad de tintado de los pigmentos sólidos proporciona densidades razonablemente oscuras. Sí que es usual una cuarta pasada del papel en la que se aplica un barniz de acabado, con lo que el resultado está sin duda a la altura de un revelado químico corriente.

La electrografía o xerografía utiliza una fila de LEDs o un rayo láser -impresión láser- para sensibilizar electrostáticamente determinados puntos de un tambor. Estos puntos atraen partículas de pigmenso sólido -tóner- y las transfieren al papel por presión y calor.

Los resultados son consistentes y con un alto rango de densidades, por lo que es un sistema adecuado para textos e imágenes con formas geométricas o siluetas bien definidas, y también para tiradas numerosas, dada su rapidez. En cambio, su punto débil son las transparencias y degradados sutiles.

Impresión comercial
La llegada de los minilabs, procesadoras y printers digitales ha evitado el desmoronamiento del negocio de revelado y positivado fotográfico. El púlblico en general sigue prefiriendo una buena copia argéntica a una impresión, pero éllo no ha impedido que las cámaras digitales hayan puesto a las de película en evidente peligro de extinción.

La tabla de salvación ha sido ofrecer copias químicas a partir de imágenes digitales, al principio desde disquettes o CDs, y ahora ya desde cualquier tipo de tarjeta flash de cámara.

 

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